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El productor Darryl Zanuck celebraba un pase privado de “Laura” con los miembros del equipo. Durante la proyección iba dando órdenes en voz alta sobre cambios en el montaje o qué escenas cortar. Una de las que pidió sacrificar era aquella en la que el detective protagonista registra el apartamento de la víctima. Entonces se escuchó una voz al fondo de sala: “¡Si corta esa escena el público no entenderá que el detective se ha enamorado de la chica!” Zanuck preguntó enfadado quién era aquel que se atrevía a contradecirle. Le explicaron que era el músico, un compositor poco conocido al que habían encargado la banda sonora de la película. “La escena sobra” –insistió Zanuck– “y la gente solo verá a un hombre registrando un apartamento vacío, no notará nada sobre sus sentimientos”. “Le aseguro que sí” –replicó el compositor– “será la música quien se lo diga a los espectadores”.
Zanuck decidió hacer caso a aquel hombre y no tardaría mucho en comprobar que tenía razón. La escena, en verdad, era clave para comprender la película. El detective entraba en casa de la mujer, rebuscaba en sus cajones, tocaba sus objetos o miraba embelesado un retrato suyo y la música daba una nueva dimensión a todo aquello. Advertíamos claramente la obsesión que el hombre empezaba a sentir por la chica. Y es que gracias a la música la escena no reflejaba solo el registro de un apartamento, era un acto fetichista.
“Laura”, dirigida por Otto Preminger en 1944, es una de las obras maestras del cine negro americano. Un melodrama criminal que cuenta la historia de un policía, Dana Andrews, que investiga el asesinato de una mujer, la Laura del título, papel que interpreta la bellísima Gene Tierney. En el caso parecen estar involucrados un playboy, interpretado por un joven Vincent Price, y un escritor al que da vida Clifton Webb.
El productor Zanuck había encargado a Alfred Newman, el principal compositor del estudio, que escribiera la banda sonora. Sin embargo éste andaba muy atareado y como Director Musical de la Fox, que también era, ordenó que le pasaran el encargo a Bernard Herrmann. Herrmann, famoso por su mal genio, lo tomó como un insulto y rechazó la propuesta, argumentando que si la película no era suficientemente buena para Newman tampoco lo era para él. Alfred Newman recurrió entonces a un joven protegido suyo al que había conocido como miembro de la orquesta de Benny Goodman. Se llamaba David Raksin y le había hecho debutar en Hollywood años atrás encargándole que ayudara a Charles Chaplin a componer las banda sonoras de sus películas. Tras pasar bastante tiempo en el departamento musical de la Fox escribiendo música para películas de serie B, “Laura” era su primer trabajo importante. Raksin había convencido a Zanuck para que conservara aquella escena pero tendría que usar de nuevo sus dotes persuasivas con el director Otto Preminger, otro hombre con fama de autoritario.
Preminger quería utilizar como tema central de la película una pieza de Duke Ellington titulada “Sophisticated lady”. Raksin pensaba que era un error; la marcada base de saxo de ese tema haría que el público asociara a Laura con una mujer frívola, todo lo contrario a lo que el personaje era en realidad.
Después de mucho discutir Preminger decidió darle una oportunidad. Era viernes, si era capaz de traerle el lunes una música que le gustase más, la usarían, si no, pagarían los derechos de la pieza de Duke Ellington. Y Raksin aceptó el reto. Así lo contaba él mismo en una entrevista: “Estaba trabajando duro tratando de dar con la melodía adecuada pero no lo conseguía. Ese sábado por la mañana había recibido una carta de mi mujer que estaba actuando en un espectáculo en Nueva York. Yo no la había abierto todavía y no sabía lo que decía en ella pero la llevaba en un bolsillo de la chaqueta. Y llegó el domingo por la noche y no tenía aún nada compuesto que me gustara. Estaba a punto de abandonar cuando recordé una vieja estrategia que solía utilizar cuando era más joven y tenía dificultad para componer alguna música. Cogía una fotografía, un dibujo o una revista y la colocaba junto al piano. Entonces comenzaba a improvisar con los ojos puestos en ese objeto dejando libre mi mente. Así que me acordé de que llevaba la carta en la chaqueta, la abrí, la puse sobre el atril de la partitura y empecé a tocar mientras la leía. En esa carta mi mujer me decía que quería el divorcio.”
El tema central de “Laura” nació pues de la tristeza y del desamor. Una música que sugería al mismo tiempo romanticismo y tragedia.
La melodía suena una y otra vez durante toda la película. Raksin la moldea en numerosas variaciones. A veces la mezcla con otros temas e incluso la escuchamos un par de veces de forma diegética, interpretada por una orquesta en una fiesta o sonando en el fonógrafo de la casa. La repetición del tema subraya precisamente la obsesión que todos los personajes sienten por Laura. Cada vez que ella aparece, cada vez que se la menciona o simplemente cuando vemos el cuadro con su imagen, escuchamos de fondo su música.
Aunque la Fox no confiaba mucho en la película, “Laura” se convirtió en un éxito inesperado de público y crítica. La música también gustó mucho y las cadenas de radio se quejaban de que no existiera una versión en disco, ya que los oyentes llamaban a menudo solicitando que pusieran el tema. Todo el mundo estaba seguro de que la música ganaría el Oscar ese año. Todos menos Darryl Zanuck que sorprendentemente decidió no presentarla como candidata a la estatuilla. En aquellos tiempos eran los estudios quienes presentaban las candidaturas en los diferentes apartados, con un número limitado por cada estudio. Zanuck aquel año había apostado por una película titulada “Wilson” y esta obsesionado con alcanzar las diez nominaciones para ese film, aunque eso significara promocionar su música en lugar de la de “Laura”. Y así ocurrió. “Laura” se quedó sin Oscar y “Wilson” tampoco lo ganó.
El director Otto Preminger volvería a contar con David Raksin en otras películas suyas como “Ambiciosa” o “¿Ángel o diablo?”. Sin embargo el músico nunca volvería a lograr un éxito como el de “Laura”. Tuvo una larga carrera, eso sí, y bandas sonoras como las de “Cautivos del mal”, “Apache” o “Mesas separadas” reflejan su gran talento, quizá algo desaprovechado. Fue también docente y en la Universidad del Sur de California formó a compositores de cine actuales como Thomas Newman o Christopher Young. Falleció en 2004 a los 92 años de edad.
En cuanto a la melodía principal, la demanda de los oyentes de la radio fue tan insistente que Johnny Mercer le puso letra y acabó convirtiéndose en canción. Y no cualquier canción, hubo tantas versiones y tantos artistas la interpretaron que durante muchos años fue la segunda canción más grabada de la historia, solo por detrás de “Stardust” de Hoagy Carmichael.
La banda sonora de “Laura” es la protagonista de nuestra sección “Discoteca de Oro”, pero en el programa de esta semana, como hacemos casi siempre, vamos alternando entre el cine clásico y el moderno. Hemos charlado con el director Nacho Vigalondo que ha estrenado esta semana su tercera película “Open Windows”, un thriller de suspense protagonizado por Elijah Wood y la ex actriz porno Sasha Grey.
La película tiene una factura visual muy original ya que toda la historia está narrada a través de distintas ventanas que se abren en el ordenador del protagonista. En nuestra conversación con Vigalondo nos hemos centrado en la banda sonora del film, compuesta por Jorge Magaz, y en otros detalles musicales como una canción del grupo Suicide que tiene cierta importancia en la trama.
En nuestra “Música de estreno” nos ocupamos de la banda sonora de otra película que acaba de llegar a las pantallas españolas: “Mil maneras de morder el polvo”, un western humorístico dirigido y protagonizado por Set MacFarlane, actor, guionista, director, productor y responsable de series de televisión como “Vaca y pollo” o “Padre de familia”. Es su segunda película como director. La primera, “Ted”, aquella del osito de peluche parlante, fue un gran éxito de taquilla. Esta vez nos lleva al lejano Oeste para contarnos una historia que tiene un espíritu y un humor muy actual. Algo parecido a lo que en su día hizo Mel Brooks con “Sillas de montar calientes”. En el reparto, además del propio Seth McFarlane, nos encontramos con estrellas como Liam Neeson, Amanda Seyfried, Neil Patrick Harris o Charlize Theron.
Para la banda sonora McFarlane ha recurrido a su amigo Joel McNeely, un compositor con el que ya trabajó en la serie de televisión “Padre made in USA” o en su primer álbum de música y humor titulado “Music is better than words”. McNeely es un veterano músico de cine con más de cien películas en su haber. Ha trabajado mucho para el cine de animación, toda la música de las películas de “Campanilla”, por ejemplo, es suya, pero también ha compuesto bandas sonoras para films como “Virus”, “Velocidad terminal” o “Niñera a la fuerza”.
Joel McNeely ha escrito una partitura nada humorística y sí en cambio bastante clásica. Una banda sonora sinfónica y energética al estilo de Elmer Bernstein o Jerome Moross, dos de los grandes maestros de la música del western. Y es que se advierte en ella un homenaje en toda regla al género, de ahí que utilice sus patrones clásicos. Este es su tema central, potente y evocador.
La película cuenta también con un número musical al estilo de los que hacían los Monty Phyton. A partir de una vieja canción del siglo XIX, McFarlane escribió una nueva letra que cantan y bailan los actores.
No dejamos el género western ni su música pero ahora para hablar de un clásico, “Río Bravo”, y más en concreto de una canción que suena en ella y que es la protagonista de nuestra sección “Aquella canción”. En 1959 el veterano director Howard Hawks reunió a John Wayne con dos talentos musicales que también gozaban de éxito en la pantalla. De un lado Dean Martin que, tras separarse de Jerry Lewis con el que había formado un dúo cómico durante muchos años, buscaba nuevos papeles lejos de la comedia que le dieran prestigio como actor. De otro el joven Ricky Nelson, uno de esos ídolos juveniles musicales que proliferaron a finales de los años 50 en Estados Unidos.
Tenerlos a los dos en el reparto animó a Howard Hawks para incluir una escena en la película en la que ambos pudieran cantar. En el film John Wayne es un sheriff que custodia a un peligroso prisionero a quien su banda a prometido rescatar. Solo cuenta con la ayuda de sus tres ayudantes, Walter Brennan, Martin y Nelson y todo conduce hacia un tiroteo salvaje. Sin embargo, antes de que comience el desenlace del film, Hawks se toma una pausa y por un momento la película se convierte en un pequeño musical, haciendo que los dos cantantes interpreten un par de canciones. La que hemos elegido en nuestra sección “Aquella canción” es ésta: “My rifle, my pony and me”.
Otro clásico del cine es la película que destacamos esta semana de la programación de TCM. En 1963 el escritor australiano Morrist West publicaba su novela “Las sandalias del pescador” en la que imaginaba la proclamación del primer Papa procedente de la Europa del Este, algo que quince años después se haría realidad con la elección del Papa polaco Farol Wojtyla. La novela fue llevada al cine en 1968 por el director Michael Anderson y en ella Anthony Quinn daba vida a un arzobispo ucraniano, un antiguo preso en los gulags de Siberia, que era elegido pontífice en un momento de grave crisis internacional, con el planeta al borde de una nueva guerra mundial.
En el programa os contaremos cosas de esta película y de su música, compuesta por Alex North. Y no faltara tampoco nuestra sección de “Parecidos razonables” en la que esta semana traemos un poco de todo. Por ejemplo, aquí tenemos la música de una película del año pasado, “Pacific Rim”, compuesta por Ramin Djawadi, el mismo autor de la música de la serie “Juego de tronos”.
Pues esta música a nosotros nos parece que se inspira bastante en la banda sonora del videojuego “Crysis 2”, compuesta por Hans Zimmer.
Tenemos también parecidos razonables entre dos bandas sonoras de películas. Presunto plagiador: Danny Elfman con esta melodía de la película “Alicia en el país de las maravillas” de Tim Burton.
Y presunto plagiado: Harry Gregson-Williams, autor de la música de “Las crónicas de Narnia 2, el príncipe Caspian”, compuesta dos años antes que la película de Burton.
En el programa os mostraremos varios casos más entre ellos el de esta canción que Will Smith compuso para “Men in black”.
Parece bastante evidente que Will se fijó para este tema en una canción de música disco de finales de los 70 que interpretaba una cantante llamada Patrice Rushen. Es ésta: “Forget me not”.
La canción final del programa, como siempre, la elijen los músicos españoles. En este caso se lo hemos pedido a dos grandes guitarristas: Nono García, compositor de bandas sonoras y uno de los creadores de eso llamado “flamenco jazz”, y Pablo Novoa, es componente de grupos como Golpes Bajos o La Marabunta. Estos dos guitarristas se han juntado en un proyecto musical llamado “Radio Pesquera” que verá la luz en forma de disco el próximo mes de septiembre. Ellos han elegido para cerrar el programa una canción de la banda sonora de “Atún y chocolate” que compuso Nono García.
Ya sabéis, la cita con “Notas de cine” es en la madrugada del sábado al domingo de 5 a 6 y si no se olvida alguien de subirlo podréis encontrar el audio del programa a partir del domingo en las webs de cadenaser.com y canaltcm.com. Os esperamos
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